
La banda conocida como “Caza Violines” sacudió Argentina y el mundo digital con un método extremo de “justicia por mano propia”. Este grupo estaba integrado por Brandon Joaquín Maldonado (alias “El Quechuga” o “Brandon Lee”), tres hombres de entre 17 y 29 años y una mujer de 21 años. Hasta el 20 de octubre de 2025, se ha confirmado la detención de seis miembros, y el proceso judicial continúa en curso.
Lo que comenzó como un proyecto de vigilancia en redes sociales rápidamente escaló a delitos graves, incluyendo secuestro, tortura, humillación y transmisión en vivo de los actos.
Cómo capturaban a sus víctimas
El modus operandi de los “Caza Violines” era meticuloso y aterrador:
- Creación de perfiles falsos en aplicaciones de citas y redes sociales.
- La mujer del grupo se hacía pasar por menor o por alguien vulnerable, iniciando contacto con hombres adultos.
- Las víctimas eran convencidas de reunirse en un departamento controlado por la banda.
- Una vez allí, eran retenidas contra su voluntad, muchas veces bajo amenazas, mientras se planificaban las torturas.
Este método no solo permitía a la banda atraer a víctimas, sino también garantizar que el material audiovisual tuviera contenido “dramático” y viralizable.

Torturas y transmisiones en vivo
Una vez dentro del departamento:
- Las víctimas eran golpeadas y humilladas físicamente.
- Eran obligadas a sumergir su cabeza en inodoros, ingerir excremento y soportar otros castigos degradantes.
- Todo el proceso era grabado y transmitido en vivo en plataformas como Instagram, YouTube y Kick.
Este contenido no solo servía para notoriedad en redes, sino que también generó un debate ético sobre los límites de la “justicia ciudadana” frente a delitos sexuales.

Arrestos y captura de los miembros
La Policía de la Ciudad de Buenos Aires llevó a cabo un trabajo de investigación exhaustivo:
- 14 de abril de 2025: Detención de cinco miembros, incluido el líder Brandon Maldonado.
- 10 de mayo de 2025: Arresto de un sexto integrante, encargado de facilitar los departamentos donde se realizaban las torturas y transmisiones.
Durante los allanamientos se incautaron dispositivos electrónicos, teléfonos, cámaras y material digital, que actualmente está siendo periciado para consolidar pruebas ante la justicia.

Investigaciones y estado actual
A más de seis meses del primer arresto:
- La investigación sigue activa y se estudian nuevos vínculos y posibles cómplices.
- Los dispositivos incautados están siendo analizados para recuperar comunicaciones y registros de transmisiones en vivo.
- Las plataformas digitales están colaborando con la justicia para eliminar contenido violento y preservar evidencias.
- Se espera que, en los próximos meses, se presenten nuevas imputaciones y citaciones a personas relacionadas indirectamente con la banda.

Reacción en redes: apoyo y polémica
La detención de los miembros de “Caza Violines” desató una ola de reacciones en redes sociales que mezcla asombro, indignación y apoyo. Mientras las autoridades judiciales sostienen que los actos cometidos constituyen delitos graves (privación ilegítima de la libertad, tortura y coacción), muchos usuarios ven a la banda como justicieros de lo que consideran impunidad frente a delitos sexuales contra menores.
Algunos de los comentarios más repetidos incluyen:
- “¡Libertad para ellos! Son héroes sin capa”
- “El mundo está al revés: arrestan a los que protegen a los niños y no a los pedófilos”
- “Si ellos no hubieran actuado, ¿quién los detendría?”
- “Los niños no se tocan, y ellos hicieron lo que nadie se animó”
La narrativa de “héroes sin capa” ha generado que la banda cuente con un grupo de seguidores que los defiende y celebra sus acciones, incluso mientras la justicia sigue su curso. Algunos usuarios comparan sus métodos con los de “vigilantes de redes”, reforzando la percepción de que su finalidad era proteger a los más vulnerables, aunque los medios y la ley enfatizan que el fin no justifica los medios ilegales.
Hasta la fecha, el apoyo en redes sigue vigente, con hashtags de respaldo, videos de discusión y foros donde se debate sobre la ética de la justicia extrajudicial. La polémica refleja un choque cultural y social: el deseo de proteger a los niños y la percepción de que el sistema judicial falla, frente a la necesidad de respetar los derechos fundamentales y procesar a los acusados por la ley.



